Una boda única, una de las primeras que se celebraron en la finca y una especialmente temática: todo fué medieval.
Los invitados iban vestidos y engalanados al estilo de esa época, los camareros parecían auténticos pajes y la mansión, un palacio.
Las casas, los jardines y las indicaciones cambiaron de época.
El Establo se decoró con telas, estandartes, escudos y adornos. La vajilla retrocedió quinientos años y las mesas se llenaron de asados y buen vino.
La celebración a la luz de las velas fue cálida y sonora. Todos lo pasamos en grande.